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El
próximo día 25 de enero, a las 20 horas, en el Hotel OD Ocean Drive
Ibiza se inaugurará la exposición del artista pluridisciplinar
Miguel Farriol, “De camino al paraíso”, una selección de su
última producción en pintura digital. Podremos ver la exposición
hasta el 28 de febrero de 2019.
Miguel
Farriol Vidal (Barcelona, 1950) estudió, fotografía y diseño, en
dos de las más prestigiosas Escuelas de Arte
Catalanas, Massana y Elisava, se forjó como dibujante en el círculo
artístico y underground de los tebeos y álbumes de la Barcelona
disidente al franquismo entre los setenta y los ochenta. Se
muda a Ibiza a mediados de los setenta.
Aquí fue donde
saltó del dibujo a la pintura... realizando
una primera exhibición colectiva en la
Galería Berri, en 1985. En su pintura de los ochenta, podríamos
destacar la intervención y la metamorfosis
del soporte, en concreto, el cartón, alternando capas de estuco y el
rasgado o frotado de las mismas, denota un interés en trabajar por
capas buscando texturas y relieves, convirtiéndose
en sus señas de identidad. En un artículo
de prensa sobre una exposición en la Galería Berri leemos, “se
hicieron cuadros en un reciclaje inesperado, toque de mágica
postindustrial, milagro de artista”.
De la misma manera que partía del cartón por sus calidades, parte Farriol hoy en día, de una obra existente, una materia prima, desde ejercicios de diseño, hasta fotografías, demostrando una amplitud de fuentes e inspiraciones, la iconografía antigua y las tendencias vanguardistas tales como el expresionismo abstracto norteamericano, el surrealismo, el pop art o Kandisky; como también, de un diseño propio creado ex profeso, y en un proceso ya conocido por el artista, en el que trabajar por capas, buscando texturas y volúmenes.
Resulta
una transformación en la que el origen queda irreconocible,
trabajará la imagen con el ordenador y el lápiz digital, el
escáner, la intervención manual... la pantalla será su lienzo en
una convivencia que convierte su obra en una creación electrónica
única. Es una forma de trascender lo previo, lo existente, a través
del trabajo digital, por los derroteros que le llevan al paraíso
como artista, por eso no borra los rastros que muestra sin tapujos,
el anillado de la libreta permanece escaneado, el boceto del que
parte mantiene su seña de identidad, porque el proceso creativo y
técnico son fundamentales, las distintas capas no borraran su
origen, sino que se amplificarán a partir de él. De manera
que su obra se desarrolla y concluye en una simbiosis personal, no
solo las técnicas conviven sino que los elementos pictóricos se
funden, no se sabe lo que ha sido intervenido manualmente o lo que se
define digitalmente. Un paraíso creativo.
Con
Farriol la materialización de la obra está condicionada a una
decisión novedosa para el artista, que no para el fotógrafo o grabador, el
número y el tamaño pueden ser ilimitados. Por ende, su obra plantea
una renovación de un ya clásico debate: el problema de la
exclusividad, de la originalidad de la obra, de la idea de copia como
objeto artístico y de arte reproductible sin perder su autenticidad, sin perder
el aura de la que hablaba Walter Benjamin de la obra exclusiva,
(debate que inició la fotografía y el cine). Por
otro lado, no podemos obviar que siempre el arte para su
expresión se ha contagiado de los avances tecnológicos de su época,
lo mismo sucede con la pintura digital, auspiciada por los
descubrimientos técnicos.
Delata Farriol un compromiso con la
técnica actual, ampliando el horizonte de lo artístico a través de
una plasticidad nueva, la digital, incluso una nueva ontología,
puesto que el propio concepto de arte está cuestionándose, de nuevo, la
percepción de su univocidad como definidor vuelve a estar en el centro del debate.
Para saber más sobre Farriol:
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