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Paisajes ancestrales. Hiroshi Kitamura en Espacio Micus

Inventando paisajes ancestrales. Hiroshi Kitamura en Espacio Micus


secrets de bosc, 2024, 80x65x60 cm. Foto N. del Río



cordó umbilical del bosc II, 1924, 250x300x210 cm. Foto N. del Río






memòria de boscI- herència i ADN, 2022, 230x90x30cm. Foto N. del Río



herència de bosc, 2023, 310x130x230, Foto: N. del Río



camí  del cordó umbilical, 2016, 350x80x. Foto: N. del Río



sediment de bosc III, 45x35x35,2021, Foto: N. del Río


detalle. serie 140, 102x293, 2019, papel y tinta china





Obra perteneciente la serie Tamari-e

Inventando paisajes ancestrales. Hiroshi Kitamura en Espacio Micus

El 6 de julio a las 19:00 horas el Espacio Micus nos invita a la inauguración de su exposición de verano. En esta ocasión la directora del espacio Katja Micus propone como protagonista a Hiroshi Kitamura (Japón, 1955) que compartirá la galería con una selección especial de los trabajos de Eduard Micus(Alemania, 1925-Ibiza, 2000) su anfitrión habitual.


Este artista japonés, oriundo de Hokkaido, ciudad donde se licenció como escultor en 1975, buscando su propia vía expresiva, abandonó todo “mecanicismo académico, apostando por la libertad”. En esta búsqueda llega a Cataluña en 1987 para conocer una técnica de grabado conocida como “plancha perdida” que Picasso utilizaba y de camino, conocer el país en el que habían vivido sus admirados artistas Miró, Gaudí, y el propio Picasso entre otros, quería saber qué comían, cómo vivían… conocer su vida cotidiana. De 1988 a 1990, estudia en la Llotja de Barcelona en la especialidad de grabado xilográfico. Hasta 2012 vivió en Barcelona, desde entonces, Camallera es su hogar.


Fascinado por el arte rupestre, ha recorrido cuevas y abrigos de la península ibérica, donde descubre que estas pinturas están realizadas con los materiales que había alrededor de estos refugios prehistóricos:“Los pigmentos usados son los que se hallan en los alrededores, por lo tanto es interesante percibir que en cada zona hay una pequeña diferencia de color”. Kitamura es un artista inmenso que utiliza recursos sencillos, trabaja la madera en escultura y el papel en sus pinturas, lo que él resume como “lo que hay, lo que tengo”, esto es, según explica Marta López i Raurell: “escoge todo aquello que es asequible, alcanzable, cercano, no elige algo especial sino aquello que rodea su hábitat”.


Cualquier madera es la que utiliza Kitamura, es decir, aquella que es resultado de la poda o tala, y le da una segunda vida a través del ensamblaje dando expresión a formas orgánicas, biológicas, invitándonos a caminar y cuestionar un mundo “preformado” desde formas neuronales, microbianas, tentaculares. El ritmo dispar de cada una de ellas nos trae una coreografía expresiva, rotunda, las formas se componen de pequeños trozos que no ocultan ni disimulan su diferencia de grosor, textura, tamaño, o procedencia, incluso se ve la acción del artista en las muescas que las herramientas dejan. La imperfección como belleza. Otro concepto japonés Wabi Sabi que gravita alrededor de la obra de este artista japonés. Y late la filosofía Ikebana,ofrendas florales, sólo la muerte de las flores permite estas composiciones.


El componente lírico de sus esculturas queda reforzado por los títulos de las mismas: Cerebro del bosque, Camino del cordón umbilical, Negro fractal, Pulmón de bosque, Evolución, Reliquia de bosque, Sedimento de bosque, Puerta de bosque, Herencia de bosque… bosque inventado pero vivido. Por otro lado, se mantiene la presencia callada del artista cuyo quehacer no se percibe a simple vista. Parecen formas naturales, desde las formas configuradas por el ensamblaje y que solo la visión concentrada revela el trabajo del artista, hasta las esculturas que parecen inspirarse en las bifaces achelenses, primeros experimentos humanos de talla, su filo cortante, la línea sinuosa, la complicidad de la mano que ansía cogerlas; sus paisajes son algo atávico que reconoces y reconforta, como vida celular o protoformas ancestrales a las que te sientes unido.


Su elección por el papel es determinada porque la fibra es caótica frente a la rigidez de la urdimbre de la tela, si le citamos a Kitamura: “Un papel es un lugar peculiar. Para mí es como una cueva a la cual tengo que llegar”. De esta fascinación por las cuevas, nace en el 2019, la línea de trabajo Tamari-e, pintura encharcada, donde el agua “pinta” al igual que en el interior de la cueva, técnica por la que el agua busca el camino dentro del papel dejando el rastro del pigmento.


En sus dibujos utiliza nogalina, nácar, pasta de oro, tinta china, agua. Su hábitat. Otra vez lo que parece la mera copia de las formas naturales nos abren el universo de esta artista que imagina mundo alternativos, formas nuevas y hábitats diferentes, gestos que se repiten, suaves, abruptos, rápidos, lentos, como instantáneas de una danza butoh, cuestionado la realidad, recreando un paisaje visual posible, intuitivo, subconsciente, atávico y libre…

Nuria del Río Pinto



Para saber más:

https://www.noudiari.es/cultura-ibiza/el-espacio-micus-abre-su-exposicion-de-verano-con-piezas-de-hiroshi-kitamura/

https://www.diariodeibiza.es/cultura/2024/07/05/paisajes-ancestrales-hiroshi-kitamura-105542258.html

https://www.hiroshi-kitamura.com/




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