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Exposición De un bosque enaltecido en Can Jeroni Sant Josep . Esculturas Gustavo Eznarriaga. Fotografías Alberto García-Alix.


El viernes 26 de mayo a las 19:30 h. en el Centro Cultural Can Jeroni tendrá lugar la inauguración de la exposición "De un bosque enaltecido" del escultor residente en Ibiza, Gustavo Eznarriaga.

 Las obras de este escultor estarán acompañadas por las fotografías que de su obra ha realizado el fotógrafo, premio nacional de fotografía, Alberto García-Alix, autor del catálogo de la muestra.



Escena para una sesión fotográfica 12 de marzo. N. del Río

Fotografía de Gustavo Eznarriaga y García-Alix 12 de marzo, por N. del Río


 Vivir en el interior de la isla, como le sucede a Gustavo Eznarriaga (Madrid, 1955), le permite desarrollar un contacto íntimo con el bosque que se manifiesta en una comprensión no solo visual, sino también, olfativa y táctil del bosque. Es esta complicidad coral lo que emociona en la obra de Eznarriaga, lo hace porque inunda nuestros sentidos, los mima, al ofrecerle distintos placeres forestales. Cada pieza tiene un enigma: un tacto, un olor, un color que le hace único a los ojos del tallista que le ha dado vida y que contagia al visitante diletante.


En esta muestra, Eznarriaga rescata el carácter mítico del bosque, donde lo maravilloso se alterna con lo mostruoso. Se inventa una simbiosis donde todos los organismos cohabitan y conviven en armonía. En su universo tallado además de contar con un prodigioso e imaginativo habitat, este territorio es poblado, habitado por una hornada de seres imaginados, animales fantásticos y plantas extrañas que proceden precisamente del bosque: troncos, ramas, raíces, se transforman en semillas, plantas, hongos, mandrágoras, duendes, orcos y hadas que enlazan con nuestro folklore y huye de modas icónicas actuales. Conecta con el imaginario popular porque en sus tallas nos cuenta y retrata leyendas y mitos alrededor de los habitantes o del bosque propiamente, en la línea en que Wenceslao Fernández nos mostró, o en la que marcó la maravillosa adaptación cinematográfica del siempre descomunal Cuenca. En el desarrollo de su mitología personal, habitantes del bosque, seres mágicos, flora y fauna sufren la transformación, criaturas irreales que gracias al arte trascienden y se materializan. El realismo mágico como seña de identidad.



Vitrina previo montaje de Sala Foto. N. del Río


García-Alix y Eznarriaga. 24 de mayo montaje. Foto: N. del Río


El modus operandi es artesanal porque así mantiene una relación más íntima. En realidad, Eznarriaga es un amante de la madera, de sus calidades, de sus olores, de su texturas y tactos, de la tradición tallística y por tanto, ejecuta desde la tradición, con las herramientas de siempre, con el ritmo y ritual de siempre. Este artista talla, labra, corta, lima como en el antiguo oficio de carpintero, porque le interesa el contacto directo de la madera y no, el exabrupto, de las máquinas. La fuerza viene de sus manos con el hacer del martillo, del cincel, de la gubia y del mazo. Con esa devoción que le tiene a la madera, trata a cada pieza desde su personalidad. De la contemplación y en la comunicación con las formas y las características de la pieza concreta, surgirá la figura, como si el propio trozo de madera dictara al artífice qué hacer para surgir, crisalida que eclosiona en mariposa, sin otra indicación que el propio instinto.


Las maderas y el bosque de Eznarriaga son universales, en el sentido de que su bosque, es un “bosque enaltecido” en palabras de Alberto García-Alix, no es sólo el Mediterráneo, porque la exposición tiene una explosión de maderas del mundo: palo rojo, thuja de África; castaño de Asia, su apreciado boj europeo, y más concretamente, el cedro del Líbano, el almendro y pino alepo del Mediterráneo. Árboles que transitan la vida de este escultor de la madera, este tallista que cuenta su vida a golpe de maderas encontradas o regaladas desde Marruecos, Centro África, Pirineos, Madrid, pero también, de lugares inusuales o históricos como pecios, o el Jardín botánico, o incluso con un origen más humilde como restos de poda, como si rescatar la vida de la madera fuera un homenaje a la biodiversidad forestal. Homenaje poliédrico donde los posibles orígenes nobles o ruines enriquecen la postrera forma, la de su escultura. Parece como si la madera que llega a sus manos, es la protagonista de una novela picaresca, Eznarriaga se conoce cada uno de los procesos vitales de sus maderas, su supervivencia, y relata la pericia del árbol o del tronco para sobrevivir hasta llegar paradójicamente a sus manos, las manos del que le destruye su naturaleza salvaje para crearle una vida paralela sublimada, enaltecida como criatura artística y mágica. Y con esta madera rescatada, hallada, vivida y revivida por sus manos, con sus gubias y lijas    Eznarriaga nos ofrece este universo paralelo. Este bosque exuberante se desvela como un universo completo, imago mundi, poblado de animales, seres extraños, formas eróticas, monstruos imposibles, flora surrealista con plantas estrambóticas, setas enormes, surgidos de la rica imaginación de este artista sin par, y de una destreza innata que este curtido artista desarrolla en cada pieza.



Eznarriaga y una de sus esculturas. Montaje 23 de mayo. Foto: N. del Río


Una nutritiva simbiosis que despliega en su bosque pero que también le toca a él, porque es un artista colectivo, artista de compartir y colaborar, se jalonan las propuestas conjuntas en su trabajo. Por eso, tampoco ha de extrañarnos la colaboración con su amigo fotógrafo. García-Alix capta con sus fotografías los destellos, los detalles, los desvelos de este escultor tallador, y lo acompaña en esta aventura incierta que es este catálogo.


Pasillo montaje 24 de mayo. Foto N. del Río

Montaje pasillo 24 de mayo. Foto Gustavo Eznarriaga


Nuria del Río Pinto, comisaria de la exposición  e historiadora del Arte.


Fotografía de García-Alix y Nuria del Río 12 de marzo, por Gustavo Eznarriaga

 

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