Pedro María Asensio. Exposición: El silencio de la Horas. Centro Socio-Cultural S'Alamera.Del 26 de febrero al 20 de marzo de 2011 |
Póster de la exposición |
Fotografias de la exposición cedidas por el artista. |
EL ECO DE UN SILENCIO
“No pregunto si soy feliz o no.”
Kavafis
Fue hasta el 20 de marzo del
2011, en el Centro Cultural S’Alamera, donde Pedro Asensio configuró un
“espacio de cuestión”: Como si cuestionáramos el paisaje de nuestra felicidad o
desdicha, si pudiéramos rodearnos de nuestros recuerdos, experiencias, actos,
conocimientos. Si pudiéramos pasear por el pasado y el futuro, por nuestros
errores y nuestros aciertos. Si pudiéramos revisar la historia del arte, la
literatura, la cultura…
Una muestra de técnicas,
lenguajes y materiales que no son simples sumas, este universo presentado no es
una acumulación fortuita. Hace un barrido en las múltiples técnicas y en los
materiales porque quiere dejar claro la apertura de muchos caminos, de
fractales visiones, y de la gran variedad de riesgos asumidos. Por este motivo,
Asensio fotografía, graba, dibuja y estampa en el ámbito de lo bidimensional,
practica el ready-made y la escultura en el terreno de lo tridimensional. En
colaboración con el cineasta ibicenco Villanueva experimenta con el movimiento,
la cuarta dimensión.
Ningún campo le es ajeno,
investiga en diversas direcciones, donde ideogramas y elegidos objetos se
muestran en todas sus recreaciones, cánones, fugas, variaciones y perfiles
posibles, como en una polifonía, obsesiva e inquietante, crean distintas
armonías de imágenes y en las que se hace presente lo inexorable, como en la
sinfonía nº 3 de Górecki que acompaña. Las imágenes transfiguradas,
trasformadas y trasgredidas, se configuran en un grafismo que ya no se basta a
si mismo. Por ello, el esqueleto, el alfabeto, los números… son tratados de una
manera implacable y misteriosa. Se expresan por medios poco convencionales. Los
objetos de la vida cotidiana también, ahora son distintos, ahora tienen su
espacio y son sagrados. Comparte con Steinbach las preguntas acerca de las
actitudes hacia los objetos, llegando a la misma conclusión porque éstos nos
proporcionan una gran parte de nuestra identidad. Y por lo tanto, se les ha de dar
el respeto que merecen. Al abrigo de cualquier tentación de disolverse, al
amparo del desgaste del tiempo, protegidos del olvido, rescatados de donde no
existieron y sacralizados por la emoción y el silencio.
El pasado o del futuro no vivido
construyen relicarios y altares donde se eleva a la categoría de lo sagrado en
el paroxismo de la repetición como en una plegaria. Le crea su propio espacio
de recogimiento y contemplación.
En este Santa Sanctórum se
aproxima a la Historia del Arte, que queda impregnada por una visión emocionada
y determina la intervención en algunas obras ajenas que quedan transformadas,
por pura emoción. Un espacio donde “la reflexión entre la emoción y la razón
nos hace caminar por el borde de un acantilado, donde el vértigo está
asegurado”, en palabras de Asensio. Por eso revisa modos y lenguajes
tradicionales, iconos asumidos en la Historia del Arte: una revisión del
Vanitas, de los retratos colectivos, los autorretratos, los Bodegones, analiza
iconografías consagradas como es el perro en Velázquez o Goya, o la cruz en
Tàpies.
A través de la emoción que
provoca estas imágenes el espectador puede acercarse a ese elemento
“encontrado” o “conocido” lo verá diseminado, repetido, extasiado, iluminado o
derrotado. Siguiendo el rastro, probablemente intuido, irónicamente percibido
como casual, se alcanza la complicidad Si ves la conexión, experimentas que
todo tiene unidad. En el silencio se va distinguiendo susurros, a veces incluso
escritos, que muestran la inexorable verdad: “Pues todo lo que vive es sagrado”, “La vergüenza de haber sentido
vergüenza”, “No”, “Sí”, “Te llevaré tesoros y los dejaré ante tu puerta”… Así
el espectador se transforma en el protagonista, mediante esta complicidad con
la imagen, mediante su propia interpretación, a través de la catarsis. Este es
el poder sanador del arte.
Dentro de la ironía, hay una
muestra de braille, significativamente “Adición” el poema de Kavafis, un poeta
incomprendido, escrito en el suelo que nos dice: “yo no soy uno, no soy una de
esas unidades. Yo no fui contado en el total”, otra vez no hay una simple suma,
aunque lo haya hecho con unidades de catadióptricos para que sean vistos
incluso en la oscuridad. No pueden ser leídos por un ciego por su de tamaño, ni
por un vidente por desconocimiento. La incomunicación enaltecida irónicamente.
No importa que sigas
inocentemente al esqueleto o a los números, a la vergüenza o a la
incomunicación, porque no se agota aquí. No importa cuan profundamente conozcas
la Historia del arte. No importa si sabes de la obra anterior del artista
porque Asensio cuestiona su propia identidad. Para aquellos que sí la conozca
crea guiños, no sólo una simple conexión visual, como un homenaje, en la
presencia física de alguna pieza ya expuesta, no en el sentido de una
retrospectiva. Aquí revisa la identidad de cada época. Las minimiza. No importa
que rastree consignas consolidadas en anteriores exposiciones: el pájaro de la
serigrafía de “Irreparables”, inundó las construccionesde “Génesis de
Tristeza”, donde contemplamos el caos y la muerte y la evocación a la tristeza;
el tul negro oferente de “Don´t disturb”, se materializa en la línea del
pentagrama del “Futuros pérdidos” desarrollada racionalmente en línea y en
color de los “Eneagramas”…“Las Partituras del silencio” planteaba la génesis de
la tristeza, la pérdida y la ausencia. Asensio arriesga anteriores
exposiciones, vuelve a ofrecerlas no solo por la inclusión material sino por
que vuelve a plantearlas insertadas en el silencio.
Lucie-Smith explicaba la revisión
que Braque efectuó en su obra tardía como resumen de todas las lecciones de su
vida, con las siguientes palabras que parecen corresponderles también: “Su grandeza no resulta de la inspiración
nueva, sino del refinamiento de la inspiración”.
En definitiva, lo visible
personal y objetual, de su perplejidad, de su arte, invita a una reflexión
sobre lo invisible: sobre Dios, la incomunicación, la vergüenza, el amor, el
desamor, la muerte y por supuesto, la vida. La ironía en este devenir se
introduce para hacerlo más soportable.
Nuria del Río Pinto
Ibiza, 17 de marzo de 2011
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